
Desde la entrada en vigencia de la Ley 21.643 (Ley Karin), un término ha comenzado a llamar la atención en el mundo del trabajo: “incivismo laboral”. Aunque para muchos pueda parecer un concepto ambiguo o excesivamente amplio, su incorporación a las definiciones de violencia en el trabajo refleja una preocupación real por aquellas conductas cotidianas que deterioran silenciosamente el clima laboral, afectan la salud mental y, en algunos casos, constituyen violencia psicológica.
Este artículo buscamos esclarecer qué significa el incivismo en el contexto de la Ley Karin, cuáles son sus manifestaciones más frecuentes y por qué es relevante abordarlo desde una perspectiva preventiva.
El incivismo laboral se refiere a comportamientos cotidianos, muchas veces sutiles, que transgreden las normas mínimas de respeto y consideración en el entorno de trabajo. A diferencia del acoso laboral directo, el incivismo no necesariamente tiene intención de dañar ni ocurre de forma reiterada, pero sus efectos acumulativos pueden generar un ambiente hostil, excluyente o tóxico.
Ejemplos típicos de incivismo incluyen:
La Ley Karin no define explícitamente el incivismo, pero amplía el concepto de violencia en el trabajo, incluyendo situaciones que antes se consideraban grises o tolerables. En su articulado se menciona que la violencia laboral puede ejercerse de manera “directa o indirecta, manifiesta o encubierta”, e incluso a través de expresiones que menoscaben la dignidad, afecten la salud mental o generen aislamiento social.
En este marco, el incivismo es reconocido como una forma de violencia psicológica cuando, por su repetición o por su impacto, afecta la salud o el desempeño de una persona.
Muchos gestos aparentemente menores pueden constituir un entorno violento cuando se reiteran o se combinan con otras actitudes. Algunos ejemplos:
Estas conductas, al acumularse, pueden generar estrés, ansiedad, baja autoestima y deseos de abandonar el trabajo, aunque no califiquen como acoso en su fase inicial.
El incivismo es muchas veces la antesala del acoso laboral. Cuando no se aborda, puede escalar hacia formas de maltrato más estructuradas. Además:
Reconocerlo a tiempo permite intervenir antes de que el daño sea mayor y fortalece la cultura del respeto.
La prevención del incivismo no requiere grandes inversiones, sino acciones cotidianas, coherentes y liderazgos conscientes. Algunas estrategias son:
El respeto y la consideración mutua no son una aspiración utópica ni un detalle opcional: son la base de un entorno de trabajo sano y productivo. La Ley Karin, al reconocer el incivismo como parte del espectro de violencia laboral, nos invita a mirar lo cotidiano con otros ojos y a entender que la cultura organizacional se construye en los gestos pequeños.
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